Belleza oscura by Jessica Rivas

Belleza oscura by Jessica Rivas

autor:Jessica Rivas
La lengua: spa
Format: epub
editor: Penguin Random House Grupo Editorial España
publicado: 2023-06-27T18:29:18+00:00


ALAYNA

Su mirada reflejó tantas emociones que fue inevitable no sentir empatía. Alguien se había expresado igual conmigo hacía años y desde entonces no había podido olvidarlo.

Terminar con el negocio de Leonardo Vitale sería un enorme triunfo, una liberación masiva de mujeres inocentes. Luca y yo lograríamos salvarlas. No podía dejarlo solo. Eso iba en contra de todo lo que era. Desde que me convertí en la mejor asesina de la organización me prometí a mí misma que usaría mis conocimientos en contra de aquellos que dañaban a los más inofensivos. Yo fui una de ellos alguna vez y no quería que nadie sufriera lo mismo.

Intenté no involucrarme con Luca sentimentalmente, pero fracasé. Siempre había tenido un límite respecto a mis emociones y él había derribado todas mis barreras.

—Eso ha sido una mierda —susurré.

Luca sonrió tristemente.

—Lo sé.

El humo nos rodeaba y di otra calada al cigarrillo para alejar el estrés. Permanecimos sentados sobre el capó de su coche, el cielo era nubloso y deprimente. Cada vez que salíamos de ese prostíbulo una parte de nosotros moría con ellas. Necesitaba que este proceso terminara pronto. Ya no quería volver ahí. No podía.

—¿Qué te llevó a tomar esta decisión? —inquirí—. No cualquiera se atrevería. Arriesgaste tu pellejo y traicionaste a tu propio padre.

Arrebató el cigarrillo de mis labios y fumó lo poco que quedaba.

—Mis traumas —respondió Luca—. Desde que era un niño he presenciado cómo muchas mujeres eran violadas y torturadas. No puedo olvidar a una en especial. Se llamaba Antonieta y era sirvienta de mi abuelo.

—Ya me imagino lo peor.

Me dirigió otra sonrisa triste.

—Tuvo un final muy trágico. —Su voz era un susurro roto—. Mi abuelo se la cedió a varios de sus soldados para que se divirtieran con ella. La violaron diez hombres. Antonieta sobrevivió, pero no volvió a ser la misma. Perdió la razón y se quitó la vida.

Mi rostro se desencajó por la rabia e indignación. Si el viejo de mierda estuviera vivo, me ocuparía de matarlo yo misma.

—Lo presencié todo, ¿sabes? Me invitaron a unirme, pero me negué. Ese día lloré como nunca antes —murmuró—. Pataleé, grité y golpeé. No quería que lastimaran a la mujer y como consecuencia me obligaron a ver.

Mi corazón se aceleró, mi pecho empezó a doler. Me imaginé a un niño presenciando un acto tan asqueroso y atroz.

—Lo siento.

Lanzó la colilla al suelo y la apagó con la punta de su zapato.

—Cuando mi padre me involucró en la trata de blancas me propuse a ayudarlas como fuera. Si me quedaba cruzado de brazos, me convertiría en un maldito monstruo. —Hizo una pausa, su mirada perdida en el vacío—. Me negué a ser como ellos y rescato a las que puedo. Sé que no es lo más inteligente, pero pongo mi mayor esfuerzo y no me arrepiento. Quiero ayudarlas, Alayna.

Lo miré con nuevos ojos, embobada por sus palabras.

—Pienso que es muy noble y valiente de tu parte.

—Es lo más amable que me has dicho hoy.

Me bajé del capó y me posicioné frente a él.

—Tengo



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